viernes, 12 de agosto de 2011

Día 2. Uno que me demoré mucho tiempo en leer

La divina comedia

Empecé a leer ese libro cuando tenía 15 años y estaba en el colegio. Mientras todos mis amigos leían "Juventud en éxtasis" o cualquiera de esa serie para adolescentes, a mí me dio por meterme con Dante y su visita a los infiernos. Acostumbrada a leer desde niña gracias a los libros que me llevaba mi papá de la biblioteca del colegio en el que trabajaba, jamás pude digerir esa literatura insulsa que se vale de fórmulas elementales y mueve a la sensiblería y a reflexiones moralistas y muy obvias. 

Recuerdo que tardé muchos meses en leer La divina comedia, en parte porque a veces me cansaba del estilo del autor, pero también porque a veces no entendía nada y tenía que leer y releer fragmentos enteros para no perderme. La guía de Beatriz no me bastaba.

Tanto tiempo después sólo quedan en mi memoria cosas muy vagas: círculos, barcas, largas imprecaciones... Y el hecho de que estar leyéndolo me salvó de tener que hacer una reseña sobre uno de esos libros adolescentes, que era justamente lo que usaba la profesora del español para "fomentar" la lectura. Qué poca imaginación tenía esa profesora.

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