martes, 30 de agosto de 2011

Día 19. Uno que me haya sorprendido por bueno

Delirio, de Laura Restrepo


Antes de leer este libro, nunca había leído nada de ella. Sé que conocía de oídas La novia oscura, y que me daba mucha curiosidad por unos cuantos párrafos que había leído por ahí, pero no tenía ninguna otra referencia. Un día escuché hablar de Delirio, y creo que fue en un noticiero: era todo un acontecimiento nacional que una escritora colombiana ganara el Premio Alfaguara de novela, sobre todo porque en el jurado estaba nada más y nada menos que José Saramago, que además de ser un Nobel era un escritor ya consumado, con muchas obras y muchos años. 

Volvió la curiosidad por Laura Restrepo, y esta vez fue más fuerte que la de La novia oscura, tanto, que decidí comprar el libro, que valía la pena nada más que por su carátula, tan rara, tan azul... Bastó leer la primera frase para quedar atrapada, en tres líneas se transmite toda la angustia de un hombre que llega de un viaje corto y encuentra a su mujer hecha vacío en un hotel cualquiera. Lee uno esa angustia de página y media y plaff, hay un salto extraño, otra voz comienza a hablar, tal vez la del Midas McAlister. Hay un personaje que se llama así, y es el mejor de todos, el que lanza las críticas más mordaces contra la clase social y política que convivió con el narcotráfico y lo financió sin escrúpulos para aumentar sus riquezas a costa de todo un país. Un hombre pobre pero muy hábil, paisa de esos que dan pena ajena (sobre todo porque abundan), pero con su coranzocito, con una capacidad de ver las cosas en conjunto, con un amor extraño pero no incondicional por Agustina.

Delirio refleja la realidad colombiana de los años 90 al tiempo que cuenta historias de amor que se entretejen; lleva a la angustia, a la carcajada, a la compasión por un hombre que ama con locura a una mujer que es la locura misma, pero también por un país que empieza a desangrarse y corromperse sin remedio. La narración es impecable, los personajes se vuelven nítidos, casi reales, las dudas nunca cesan y cuando todo termina uno ya no sabe qué pensar o qué sentir, sólo respira.

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