miércoles, 7 de septiembre de 2011

Día 21. Uno de cuentos.

Un tal Lucas, de Julio Cortázar

No puedo ser una fanática irredenta de Cortázar y poner aquí un libro que no sea suyo. Claro que he leído otros libros de cuentos, de Chéjov, de Borges, de Edgar Allan Poe (traducido por Cortázar) y otros más que no han hecho tanta mella, pero acá tenía que estar él, aun a riesgo de volverme monotemática.

Sus cuentos los he leído todos y aunque no todos me han gustado con igual intensidad, creo que en Un tal Lucas están algunos de los que más disfruto, por cotidianos, por breves, por descabellados. Las historias de Lucas (que uno nota enseguida que es Cortázar mismo tal como él se ve) no recurren a deamasiados artificicos ni aplean a una imaginación demasiado abierta, como ocurre con otros de sus libros. Lucas es un tipo como cualquiera, algo excèntrico, sí, pero no un personaje fantástico (como ocurre con los cronopios), que pasa por situaciones comunes pero las mira de formas inverosímiles, haciendo de la simple visita a un hospital una peripecia de proporciones monumentales, y del amor un ciclo que cabe en cuatro líneas y que puede medirse en años caracol.

Presta a rememorar vienen estos títulos de algunos de los cuentos que componen Un tal Lucas, y que tal vez basten para que alguien quiera alguna vez leerlo: Lucas, sus luchas con la hidra; Amor 77, Lucas, sus largas marchas; Destino de las explicaciones; Lucas, sus soliloquios (hecho especialmente para leer en domingo), Maneras de estar preso, Zipper sonet...


Son nombres que dejan la puerta abierta, que dan indicaciones imprecisas de un tema del que se habla y que será siempre el reflejo del mundo que conocemos, pero un poco dado vuelta.

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