sábado, 10 de septiembre de 2011

Día 25. Uno para aprender a perder

Del amor, del olvido, de Darío Jaramillo Agudelo

Y sí, se llegó la hora de hablar de amor... Alguna vez tenía que aparecer en este reto y lo hace justo aquí, en un libro para aprender a perder. Porque es que si en alguna faceta de la vida uno tiene que aprender a perder, es en el amor, que es una cosa que nos llega a todos y a todos se nos va, y vuelve, y nos enreda la vida a veces aunque la hace  más llevadera otras. 

En todo caso, lo mejor es aprender a vivir sin él (aun cuando esté), no porque uno sea un amargado que no quiere a nadie sino porque, incluso amando con toda el alma, hay que conservar un pedacito de sensatez en alguna parte que sepa que nada es para siempre y que hay que entregarse al amor mientras está y agradecerlo, disfrutarlo, pero que cualquier día, sin que uno sepa cómo ni por qué, se puede ir, puede cambiar, desaparecer dejando muchos rastros pero sin intenciones de volver.

Este libro de poemas da cuenta de mil momentos del amor, los de la fascinación, la rabia, el deseo, el despecho y la soledad, esa que está siempre y primero:

Poema de amor 13

Primero está la soledad.
En las entrañas y en el centro del alma:
ésta es la esencia, el dato básico, la única certeza;
que solamente tu respiración te acompaña,
que siempre bailarás con tu sombra,
que esa tiniebla eres tú.
Tu corazón, ese fruto perplejo, no tiene que agriarse con tu sino solitario;
déjalo esperar sin esperanza
que el amor es un regalo que algún día llega por sí solo.
Pero primero está la soledad,
y tú estás solo,
tú estás solo con tu pecado original -contigo mismo-.
Acaso una noche, a las nueve,
aparece el amor y todo estalla y algo se ilumina dentro de ti,
y te vuelves otro, menos amargo, más dichoso;
pero no olvides, especialmente entonces,
cuando llegue el amor y te calcine,
que primero y siempre está tu soledad
y luego nada
y después, si ha de llegar, está el amor.

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